Estudio introductorio

constante crecimiento: la exploración geográfica y las novedades que aportan los viajes de descubrimiento, la actividad mercantil, la explotación colonial o la simple curiosidad de una sociedad que ha ampliado considerablemente la imagen del mundo. A ello se suma un valor de carácter puramente suntuario que se detecta entre sectores burgueses y nobiliarios para quienes poseer mapas y planos confiere prestigio dada su escasez y vistosidad ornamental. Muchos inventarios de bienes que guardan los archivos dan fe del aprecio a la cartografía, el cual no es privativo, ni mucho menos, del mundo urbano.

2.a.- La escasa producción cartográfica peninsular.

Al tiempo que se produce esta demanda, las artes gráficas y cartográficas se perfeccionan para tratar de responder a las necesidades que las sociedades modernas les plantean. Es una exigencia que España y Portugal comienzan a cubrir con mucho retraso respecto a otros países europeos de su entorno, como testimonia la colección que ahora se publica con escasos ejemplos de mapas editados en la Península Ibérica. Ello a pesar de los importantes focos de estudios cartográficos surgidos a raíz de los descubrimientos geográficos de los siglos XV y XVI. Por entonces, Sagres, Lisboa y Sevilla lideraban los progresos de la cartografía y de la elaboración de las ciencias geográficas, activados por las expansiones ultramarinas. Pese a todo, fue una constante en la historia de España y de Portugal la escasez de especialistas para confeccionar mapas y levantamientos topográficos y la tendencia a reclutar técnicos extranjeros para producir la mayor parte de su cartografía administrativa, militar y político-jurisdiccional. Esta circunstancia tiene naturalmente su reflejo en el conjunto de mapas manuscritos

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