Estudio introductorio

que básicamente se alimenta con cartografía importada. En 1630 Pedro de Texeira realizó la “Descripción del reino de Portugal y de los reinos de Castilla que parten de su frontera” con el objeto de actualizar una información anticuada. Esta obra permaneció en forma manuscrita hasta 1662; una copia de esta primera edición se guarda también en el archivo sueco (172).

Pero además, los mapas peninsulares que a lo largo del tiempo se habían publicado en el extranjero solían transmitir, edición tras edición, errores que debían comprobarse y corregirse cuanto antes, sin olvidar que la cartografía impulsada desde mucho tiempo atrás por las autoridades locales, civiles y eclesiásticas sobre sus jurisdicciones adolecía de unidad e imposibilitaba su uso sistemático. La situación cambiará sustancialmente con la nueva política ilustrada del siglo XVIII. Los gobiernos ilustrados emprendieron proyectos muy ambiciosos para abordar la reorganización territorial de ambos reinos, pero esta labor se vio obstaculizada por la falta de mapas generales, lo bastante fidedignos, de la Península y de las islas adyacentes. La secular carencia de cartógrafos profesionales motivó, por ejemplo, que el gobierno portugués reclutara los servicios del grabador y editor francés Francisco Domingos Milcent, quien en 1765 estableció su negocio en Lisboa. De su taller salió el plano 173 sobre la capital portuguesa. Por tanto, será en el siglo XVIII cuando tome cuerpo una cartografía esencialmente ibérica, realizada de manera exhaustiva, que en España coincidirá con la paulatina desaparición de las normas que prohibían publicar mapas.

  20 19 18 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 página: