Estudio introductorio

de su método de trabajo, los mapas de López no fueron superados en mucho tiempo. El Archivo Militar de Estocolmo conserva 47 ejemplares en hoja suelta de este autor y algunas copias duplicadas que cubren una cronología comprendida entre 1761 y 1792. Entre ellos se incluyen dos mapas generales de la Península Ibérica y uno del Reino de Portugal; el resto –a excepción de una carta de las Islas Azores– representa el mosaico de regiones españolas reflejando las divisiones civiles, eclesiásticas y jurisdiccionales existentes en la España del XVIII (174, 175, 176, 177, 178, 179, 180, 181, 182, 183, 184, 185, 186, 187, 188, 189, 190, 191, 192, 193, 194, 195, 196, 197, 198, 199, 200, 201, 202, 203, 204, 205, 206, 207, 208, 209, 210, 211, 212, 213, 214, 215, 216, 217, 218, 219, 220).

La renovación cartográfica de esta centuria fue deudora también de dos hitos: la fundación de la Escuela de los marinos cartógrafos (1717) y la creación del cuerpo de Ingenieros del Ejército (1711). La actividad de los marinos se desarrolló sobre todo en América, aunque no faltaron iniciativas en España; muy relevante fue la emprendida por Vicente Tofiño de San Miguel, al proceder al levantamiento de las costas españolas, labor que dio como resultado la publicación en 1789 del “Atlas hidrográfico de las costas de España”. El plano correspondiente al puerto de Cádiz (221) formaba parte de dicha obra. Por su parte, el cuerpo de ingenieros militares adoptó, a nivel organizativo, el modelo francés a partir del proyecto presentado por el mariscal Jorge Próspero de Verboom. La huella de este ingeniero flamenco al servicio de la corona española, colaborador del francés Vauban, puede encontrarse también en algunos de los planos militares que se conservan en Suecia. El manuscrito 222 dibuja la línea de contravalación de Gibraltar que proyectó Próspero

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