Estudio introductorio

En 1751 el astrónomo y marino español Jorge Juan Santacilia, siguiendo la estela de los avances cartográficos franceses, presentó al Marqués de la Ensenada un ambicioso proyecto para formar un mapa general de España. Aunque el proyecto no llegó materializarse, al menos las preocupaciones geográficas sirvieron para dar un importante impulso a la cartografía española con el envío en 1752 de algunos jóvenes españoles –entre quienes se encontraba Tomás López– a París, para que aprendieran las nuevas técnicas cartográficas del trazado de mapas y el grabado de los mismos. Tomás López permaneció nueve años en Francia formándose con los mejores maestros geógrafos y grabadores como J. B. Bourguignon d’Anville y G.N. Delahaye. De regreso a España, en su taller madrileño de estampación cartográfica desarrolló la realización, impresión y publicación de mapas particulares de los reinos, provincias y ciudades con el fin de completar lo que fue su gran proyecto: la realización de un gran Atlas de España. Su incesante labor como editor comercial dio, por fin, un gran impulso a la realización de mapas impresos de producción nacional. En los trabajos cartográficos Tomás López no llevó a cabo observaciones personales topográficas y astronómicas, sino que utilizó numeroso material de los siglos XVI y XVII, además de levantamientos cartográficos efectuados en España en el siglo XVIII por diferentes profesionales. Tampoco puede pasarse por alto la información que, en calidad de geógrafo del rey, recogió de las autoridades civiles y eclesiásticas de los pueblos de España a través del conocido Interrogatorio que lleva su nombre. La actividad cartográfica y editorial de Tomás López fue enorme y no se limitó al mercado nacional; también levantó, grabó y publicó mapas de territorios extranjeros donde no tardó en extenderse su fama de buen cartógrafo. A pesar de los puntos débiles

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