Estudio introductorio

4 de agosto de 1704 la guarnición española se rindió a la escuadra anglo-holandesa del príncipe de Darmstadt, obligando a la población gibraltareña a huir de la ciudad y refugiarse en distintas áreas de la zona, principalmente en torno a la ermita de San Roque –origen del actual San Roque– y Algeciras, despoblada y casi en ruinas por entonces. Los intentos españoles por recuperar el Peñón se produjeron inmediatamente tras su pérdida y se dilatarían en el tiempo.

Tras Utrecht, que sancionó oficialmente la posesión británica del Peñón –tal como lo hiciera con Menorca–, se abrió un periodo en el que primó el uso de la vía diplomática (281). El fracaso de las negociaciones motivó el regreso a la vía de la fuerza y el 11 de febrero de 1727 se inició el segundo sitio a la plaza de Gibraltar (282, 283, 284), acometido con un potente ejército al mando del conde de Torres. Tras varios meses de resultados infructuosos, la situación se resolvió diplomáticamente al decretar España el armisticio el 23 de junio de 1727. A partir de entonces y durante medio siglo se asistió a una etapa de calma tensa empleada por una y otra parte en reforzar y mejorar las fortificaciones (134, 285, 16, 286). En 1728 Felipe V decidió concretar los límites marcados en Utrecht y dispuso la creación de una línea fortificada de acuerdo con lo estipulado en el Tratado de Paz. El diseño y ejecución del proyecto se encargó al jefe de ingenieros, Próspero Verboom, quien trazó la “Línea de Gibraltar”, una fortificación que unía ambas orillas del istmo con dos fuertes principales: el de San Felipe, en el levante, y el de Santa Bárbara, en el poniente. La Línea no quedó concluida hasta 1735 y los avatares de su construcción quedan recogidos profusamente en esta colección (161, 223, 222, 224, 15, 287, 137, 288, 163).

36 35 34 33 32 31 30 29 28 27 26 25 24 23 22 21   página: