Estudio introductorio

ciudades que desempeñaron un papel desigual en el transcurso del conflicto catalán. Rosas cayó en poder del ejército franco-catalán en 1645 lo que significó un duro revés a la causa hispánica; esa victoria se recrea en dos grabados de autoría francesa y alemana reflejando la importancia que aquella victoria representó para el país vecino (238, 239). Rosas y una serie de puertos costeros gerundenses permanecieron en poder de los franceses hasta 1659 cuando por el Tratado de los Pirineos fueron devueltos a España. De Barcelona se conservan dos planos manuscritos, uno de origen francés y otro español. El primero delinea el perímetro de la ciudad y fue dibujado desde la perspectiva del ejército francés (240). El otro que se conserva en Suecia es, si cabe, más interesante desde el punto de vista militar. En él se reproduce el asedio a que fue sometida la ciudad en 1652 por don Juan José de Austria que permitió recuperar la simbólica plaza de Barcelona de manos de los sublevados (241). Esta victoria supuso uno de los hechos de armas más celebrados por la Monarquía Hispánica pues, unido a otros grandes éxitos del ejército español cosechados ese mismo año, se presumía el imbatible poder de España. Con la conquista de Barcelona se ponía fin al conflicto general, aunque la guerra todavía se arrastraría algunos años más. El caso de Tarragona fue diametralmente opuesto al de Barcelona, puesto que se mantuvo durante todo el conflicto bélico como un bastión afín al ejército real. Desde el inicio de la guerra, el puerto tarraconense adquirió la condición de centro principal de distribución de tropas y materiales militares destinados tanto a este frente bélico como al de Italia. Por ello, la ciudad sufrió diversos asedios por mar y por tierra que pusieron a prueba un sistema defensivo que se recrea con minuciosidad en los planos 242 y 85, de origen francés y español, respectivamente.

36 35 34 33 32 31 30 29 28 27 26 25 24 23 22 21   página: