Estudio introductorio

cabe vincularla de forma más o menos explícita al contexto generado durante la Guerra de Sucesión. Son, por tanto, un excepcional testimonio gráfico que permite visionar en el presente este trascendental enfrentamiento del pasado.

Las primeras operaciones militares en la Península fueron protagonizadas por la escuadra anglo-holandesa, al desembarcar en agosto de 1702 cerca de Cádiz con la intención de tomar la ciudad (263, 108, 264). Al fracasar en su objetivo, el ejército aliado emprendió una nueva tentativa, esta vez en la ría de Vigo, para aprehender a la escuadra española que había regresado de América cargada de metales preciosos. Los ingleses se desquitaron de su anterior fracaso y a finales de octubre de 1702 consiguieron destruir la mayor parte de la flota en la Batalla de la bahía de Rande (121, 265, 109, 120, 110, 266, 111).

La entrada de Portugal en la Alianza durante el verano de 1703 facilitó a los intereses aliados una excelente base de operaciones en la Península que fue aprovechada en la primavera de 1704. En esas fechas el archiduque Carlos –que había sido proclamado formalmente en Viena como Carlos III de España– desembarcó en Lisboa (112) e inició la penetración por Extremadura, tomando las poblaciones de Valencia de Alcántara, Alburquerque (114), Jerez de los Caballeros y otras localidades menores, aunque no consiguió la rendición de Badajoz ni de Ciudad Rodrigo. Ese mismo verano, y también desde la capital portuguesa, zarpaba hacia Barcelona una armada anglo-holandesa, comandada por el almirante inglés Sir George Rooke y el Príncipe de Darmstadt con la misión de apoderarse de la ciudad condal. El intento resultó fallido y a su regreso la flota

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