Presentación

que se encontraban en archivos y bibliotecas españolas. Este interés también contribuyó al éxito de una serie de seminarios organizados bajo los auspicios del Institut Cartogràfic de Catalunya que ayudó a introducir a los expertos españoles en los métodos y técnicas interpretativas de la Nueva Historia de la Cartografía. Mientras tanto, el aumento del interés por la cartografía también culminó en la búsqueda de un nuevo tipo de imágenes cartográficas y, finalmente, en el descubrimiento de mapas "perdidos", es decir, mapas manuscritos de cuya existencia no se tuvo noticias durante muchos años. Un descubrimiento de estas características tuvo lugar en la Biblioteca Nacional de Austria, donde dos historiadores del arte, Felipe Pereda y Fernando Marías, hallaron un importante atlas manuscrito de la península Ibérica que había sido encargado allá por 1620 por Felipe IV. Su descubrimiento se plasmó en la importante obra titulada El atlas del Rey Planeta (Nerea, Madrid, 2002). Un segundo descubrimiento de casi la misma relevancia tuvo lugar en Estocolmo, donde Carlos Sánchez identificó otro atlas "perdido" del siglo XVII. En este caso, el denominado Atlas Heliche se componía básicamente de planos de ciudades y diseños de fortalezas, cuya misión consistía en defender las fronteras remotas de los Habsburgo. Publicado bajo el título Imágenes de un Imperio Perdido (Junta de Extremadura, Badajoz, 2003), este atlas se diseñó aparentemente con fines estratégicos, pero en parte gracias a los métodos interpretativos de la Nueva Historia de la Cartografía, Rocío Sánchez, Isabel Testón y Carlos Sánchez pudieron determinar que este atlas también pretendía ensalzar la importancia de la persona que lo encargó, el Marqués de Heliche, al haber contribuido a la defensa del imperio español en una época de guerras y revueltas sin precedentes.

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