Presentación

alejándose así de las cualidades estéticas que tanto gustaban a los coleccionistas de mapas de todo el mundo, sino que pretendían ir más allá de las líneas y símbolos que indicaban espacios, distancias y tierras, indagando en los contextos en los que los mapas se habían diseñado y utilizado. En este proceso, los mapas se convertían en textos abiertos a todo tipo de interpretación. De esta forma, algunos mapas se convirtieron en instrumentos del imperio, es decir, fueron las herramientas de las que se sirvieron los señores imperialistas para tomar posesión de continentes lejanos con el fin de robarle las tierras a sus habitantes. Otros se convirtieron en verdaderas marcas del estatus de los terratenientes y de su poder, insignias de posesión, y en un sentido más macabro, los mapas fueron también las herramientas usadas por los gobernantes para reclamar unas tierras cuya pertenencia no estaba nada clara. Otros mapas pasaron a ser verdaderas armas de guerra, documentos que se usaron tanto para controlar a los súbditos como para exigirles el pago de impuestos, anuncios cuya intención era engatusar a los colonos para que emigraran a colonias lejanas, de la misma forma que las guías educativas pretendían ayudar a los misioneros cristianos en sus intentos por convertir a los paganos. Los mapas entendidos de esta forma adquirían significado, de manera que el campo de la investigación cartográfica comenzó a florecer cuando historiadores, historiadores del arte y literatos invadieron el sector cual campo de batalla armados con preguntas que a menudo poco tenían que ver con las preocupaciones de los anticuarios de épocas anteriores.

La Nueva Historia de la Cartografía empezó a despuntar en España un poco tarde, a mediados de los 80, gracias en parte al trabajo de expertos extranjeros.

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